La situación de Cyle Larin en el Mallorca se ha convertido en un auténtico culebrón, y lo que debería ser un simple traspaso se está alargando más de la cuenta. Con solo siete días para que cierre el mercado de fichajes, la tensión comienza a notarse en el vestuario y entre los aficionados. La relación con la grada está rota tras aquella desafortunada celebración cuando mandó a callar a los hinchas después de marcar su séptimo gol.
¿Qué pasa con Larin?
No es solo cuestión de goles; aquí hay algo más profundo. El delantero canadiense parece no estar comprometido con el equipo, algo que ya empieza a cansar a sus compañeros. Aunque entrena con ellos, su actitud sobre el terreno de juego deja mucho que desear y ni siquiera ha pisado el césped en esta pretemporada. Y no es porque no quiera; llegó tarde por jugar la Copa Oro, pero eso no justifica su ausencia total.
El Mallorca ha hecho esfuerzos para encontrarle una salida. Equipos como el Valencia han mostrado interés, pero las exigencias económicas del club son elevadas, y hasta ahora nadie parece dispuesto a pagar lo que piden. En un principio, pedían un millón fijo más objetivos y cubrir su salario de cuatro millones brutos por una cesión. Pero ahora es evidente que van a tener que bajar sus pretensiones si quieren resolver este embrollo.
A medida que pasan los días, la situación se vuelve más insostenible. Si bien Arrasate ha defendido al jugador diciendo: «Si se queda aquí será un activo nuestro», lo cierto es que la paciencia tiene un límite tanto dentro como fuera del vestuario. Los aficionados merecen ver en acción a alguien que sepa apreciar la camiseta bermellona y ese sentimiento se va desvaneciendo rápidamente.
En resumen, todos sabemos lo mejor para Larin sería buscar nuevos horizontes lejos de Palma. Pero claro, ¿quién dará ese paso? La historia continúa y nosotros estamos aquí para contarla.