Ayer, en un partido que prometía ser emocionante, el RCD Mallorca se vio atrapado en las garras de un árbitro cuya doble vara de medir dejó a todos con la boca abierta. José Luis Munuera Montero no tuvo piedad y lo que podría haber sido un encuentro parejo se convirtió en una travesía dolorosa para los bermellones. Con solo 30 minutos de juego, ya había desquiciado a todo Son Moix.
La historia comenzó con un gol del Barcelona que fue más polémico que merecido. Ferran Torres anotó tras un rebote desafortunado en la cabeza de Raíllo, quien yacía tendido sobre el césped justo delante del colegiado. A pesar de las protestas, Munuera decidió dejar seguir la jugada y el balón terminó dentro de la red culé. ¿Cómo pudo ignorar lo evidente? El estadio estalló en indignación y las tarjetas comenzaron a volar hacia los jugadores del Mallorca por intentar entender lo incomprensible.
Una expulsión inesperada
Las cosas no mejoraron después; solo siete minutos más tarde, Morlanes recibió su segunda amarilla por una entrada a Lamine Yamal. La decisión dejó perplejos a muchos, pero eso no fue nada comparado con lo que vendría después. Muriqi levantó el pie levemente durante una disputa con el portero Joan García, y aunque parecía inofensivo, acabó viendo la roja gracias al VAR.
Y como si fuera poco, justo antes del descanso, Raphinha hizo una entrada violenta a Mateu Morey que ni siquiera fue sancionada como se debía; apenas una amarilla mientras los seguidores del Mallorca perdían la paciencia ante tanto despropósito. Al final de esa primera parte caótica, muchos decidieron abandonar el estadio antes de tiempo, llevándose consigo esa sensación amarga de impotencia.