El entrenador del RCD Mallorca, Jagoba Arrasate, se encuentra en un momento de reflexión tras su primera temporada al mando del equipo. Aunque ha conseguido la ansiada salvación y ha dejado huella con una primera vuelta brillante, no puede evitar sentir un sabor agridulce por cómo terminó la liga. «No hemos concretado lo que hicimos en la primera mitad y eso me deja un poso de insatisfacción», reconoce.
Un año de aprendizaje en la isla
Este miércoles marca un año desde que Arrasate asumió el banquillo mallorquinista. Para él, terminar entre los diez primeros es sin duda un avance significativo, aunque tiene claro que su ambición no se detiene ahí. «Queremos seguir creciendo día a día», afirma con determinación.
A pesar de las críticas por el final de temporada, donde muchos aficionados se despidieron con sentimientos encontrados, Jagoba entiende esa frustración: «Es normal que nos quedemos con lo último y lo último no fue bueno». Pero también apunta a que con el tiempo se valorará más lo logrado.
En cuanto a su vida personal en Mallorca, el técnico está encantado. «Se me ha hecho corto este año; eso es buena señal», dice mientras destaca su interés por la cultura local. Ya está aprendiendo algunas palabras en catalán, incluso sus hijos le están echando una mano. Al margen de su trabajo, aprovecha para disfrutar de actividades familiares y visitar lugares nuevos mientras toma distancia para reflexionar sobre la próxima temporada.
Pero no solo vive del fútbol profesional; también se sumerge en el deporte amateur gracias a sus hijos, quienes juegan en La Unión. «Sé lo complicado que es coordinar todo esto y admiro mucho esos esfuerzos», concluye Arrasate mientras mira al horizonte con esperanza y ganas de más retos.