La tarde del último partido en Son Moix se tornó en un cúmulo de emociones que nadie esperaba. La derrota del Mallorca ante el Getafe, aunque dolorosa, fue solo la punta del iceberg. Lo realmente preocupante fue la clara fractura entre los jugadores y la afición, algo que se hizo palpable con gestos y gritos que resonaron en las gradas.
Desencuentros y reacciones
Con un marcador de 0-2 y el tiempo casi agotado, una parte del Fondo Sur decidió entonar «estamos de vacaciones», un canto que no dejó indiferente a Maffeo. Desde el banquillo, el lateral catalán respondió con gestos que provocaron aún más descontento entre los aficionados. Fue entonces cuando la grada estalló pidiendo su marcha, gritando «Maffeo, vete ya» como si fuera un eco desesperado de su frustración.
No pasó mucho tiempo hasta que Larin marcó un gol, un instante que debería haber sido de júbilo pero que se convirtió en otro foco de tensión. Alzó su mano para pedir silencio a quienes habían estado criticando al equipo justo antes. En ese momento, todos nos dimos cuenta de lo tenso que estaba todo; la comunión entre los bermellones estaba claramente desgastada.
A pesar de esta atmósfera crispada, tras el pitido final muchos aficionados decidieron aplaudir a sus jugadores por una temporada donde han logrado salvarse una vez más. Pero eso no oculta las heridas abiertas entre diferentes sectores de la hinchada. Es evidente que hay divisiones dentro del mismo grupo; algunos apoyan ciegamente al equipo mientras otros ya están cansados.
A medida que avanza la temporada hacia su fin, queda claro que es hora de hacer autocrítica y buscar soluciones antes de empezar otra campaña donde el único objetivo seguirá siendo mantenernos en Primera. Ojalá este periodo sirva para calmar las aguas y volver a unir a todos bajo la misma bandera.