No hay forma más triste de cerrar un capítulo que la que vivimos ayer en Son Moix. El Mallorca, con un juego desangelado y sin chispa, se despidió de cualquier esperanza de llegar a Europa tras caer 1-2 ante el Getafe. A falta de una jornada para finalizar la temporada, los chicos de Jagoba Arrasate dejaron muchas dudas en el aire y un sabor amargo entre los aficionados.
Desconexión total en Son Moix
El ambiente era tenso, casi palpable. La afición llegó con la ilusión de ver a su equipo luchar por un objetivo que parecía al alcance, pero lo que se encontró fue un equipo apático y desconectado. En medio del partido, resonó el cántico sarcástico «estamos de vacaciones», reflejando la frustración generalizada hacia unos jugadores que parecían haber tirado la toalla antes de tiempo.
Desde el pitido inicial, el Mallorca pareció no tener claro qué hacer. Con cero tiros a puerta en todo el encuentro, es difícil encontrar excusas. Era como si cada pase estuviera marcado por una lentitud desesperante, y cada intento de acercarse al área rival terminara en nada. En cambio, el Getafe llegó con claridad desde el inicio; apenas pasaron dos minutos cuando Nyom ya estuvo cerca del gol. La defensa mallorquinista se mostró vulnerable y desorganizada desde el primer momento.
Y así transcurrió la primera parte: un juego monótono donde solo Morey destacó como luz entre tanta oscuridad. Pero incluso su esfuerzo se perdía ante un equipo que no mostraba atrevimiento ni personalidad. Mientras otros equipos luchaban por puntos vitales para sus objetivos, nosotros éramos meros espectadores atrapados en nuestro propio laberinto.
La segunda parte no trajo cambios; más bien lo contrario. El Getafe supo aprovechar nuestras debilidades y se adelantó en el marcador gracias a un malentendido defensivo que hizo estallar las críticas hacia Maffeo y compañía. No pasó mucho tiempo antes de que llegara otro golpe: con otro tanto del Getafe nos quedamos completamente desinflados.
A pesar del gol inútil de Larin en el minuto 93, que solo sirvió para avivar más la indignación entre los hinchas por su actitud previa, quedó claro: esta temporada fue una montaña rusa sin rumbo fijo.
El Mallorca cierra así una campaña llena de altibajos y decepciones, dejando una pregunta flotando en el aire: ¿qué futuro le espera a este club? Con todo lo sucedido, queda claro que hay mucho trabajo por hacer si queremos volver a soñar con Europa.