Era una noche que prometía, apenas quedaban cuarenta segundos y el Mallorca acariciaba un empate en el siempre temido Bernabéu. ¡Qué alegría sería llevarse un punto de allí! Pero como bien sabemos, el fútbol tiene sus sorpresas y, a veces, su crueldad. En un instante fatídico, un error defensivo le dio la espalda a los bermellones y arruinó todo el esfuerzo realizado en el campo ante un Real Madrid que no perdona.
Un desenlace inesperado
Copete, buscando proteger la zona, se cruzó con Leo Román. La idea era buena: salvar la portería. Sin embargo, lo que ocurrió fue una invitación al delantero Jacobo para que dejara su huella en ese último minuto de agonía. Con una bota bien colocada, selló la derrota del Mallorca (2-1) y dejó a todos los barralets con las manos vacías.
Aquel fallo tiró por la borda las esperanzas de un equipo que había hecho muchas cosas bien. Los aficionados se frotaban las manos pensando en cómo sumar un puntito vital a falta de solo dos jornadas para cerrar la Liga. El camino hacia Europa sigue siendo posible, pero este empate hubiera sido como darle alas antes de enfrentarse al Getafe y al Rayo Vallecano.
Y es que Leo Román se había convertido en el héroe de la noche hasta ese momento. Sus paradas eran dignas de ovación; había detenido disparos desde todas partes del campo como si tuviera imanes en las manos. Las estadísticas lo dicen todo: 39 remates y 26 córners recibidos por parte del Real Madrid, cifras que hacía años no veíamos.
Pese a su gran actuación, lo cierto es que estos esfuerzos no se traducen en puntos para los baleares. Y mientras muchos aficionados comentaban sobre cómo su futuro parece estar lejos de Son Moix tras esta temporada complicada a la sombra de Greif, Copete seguro estará dándole vueltas a esa jugada desafortunada. Esa acción dolorosa podría haberse evitado y ha dejado al mallorquinismo con más preguntas que respuestas.