El panorama no pinta fácil para Jagoba Arrasate, el técnico del Mallorca. Tras la dura derrota en Girona, los problemas se le acumulan como si fueran hojas secas en otoño. Y es que, más allá de perder tres puntos vitales, lo que dejó la imagen del equipo en Montilivi fue un espectáculo poco alentador. Los aficionados que viajaron hasta allí regresaron con el corazón encogido y una sensación de desconexión que no se puede ignorar.
Arrasate tiene ante sí un reto monumental: recuperar a unos jugadores que parecen haber perdido el norte justo cuando la posibilidad de alcanzar Europa está al alcance de la mano. El técnico sabe que las cosas deben cambiar, y rápido. No se trata solo de corregir errores tácticos infantiles; hay una atmósfera tensa entre el grupo, una especie de nube negra sobre ellos.
Descoordinación y nervios: los enemigos del Mallorca
A nadie le sorprende que el Mallorca no diera la talla en Girona. Se trataba de un partido crucial donde, de haber ganado, habrían escalado a una posición privilegiada en la tabla con solo cuatro jornadas por delante. Sin embargo, tras unos minutos iniciales esperanzadores, todo se vino abajo. La descoordinación fue evidente; su defensa parecía más bien un colador y las oportunidades del rival llegaban a raudales.
No solo fallaron los defensores; en el centro del campo también había falta de conexión. Dani Rodríguez luchaba por mantener el ritmo y Larin estaba tan solo como un náufrago esperando ser rescatado cerca del área rival. Pero lo peor llegó cuando muchos jugadores mostraron nerviosismo palpable y otros parecían completamente desconectados; esto resulta incomprensible teniendo en cuenta la situación favorable en la tabla.
A pesar de que esta temporada ha sido más positiva que negativa —con una permanencia virtual sellada hace semanas— hay una sombra oscura sobre 2025 para el equipo. Si consideramos solo esta segunda vuelta, estaríamos hablando del quinto desde abajo y uno de los equipos menos goleadores junto al Valladolid. Esta semana será decisiva en Son Bibiloni; aunque ganar este sábado contra Valladolid podría reavivar esa chispa de ilusión europea entre los aficionados.