En una noche mágica en Son Moix, donde la afición se hizo sentir como nunca, el Palma Futsal volvió a demostrar que pertenece a lo más alto del fútbol sala. Con una victoria resonante de 4-2 ante el Peñarol uruguayo, el equipo dirigido por Antonio Vadillo levantó su tercera Copa Intercontinental, un trofeo que se suma a su ya brillante palmarés. Rivillos brilló con luz propia, anotando dos goles que fueron decisivos para sellar esta victoria.
Un partido lleno de emoción y tensión
Desde el pitido inicial, quedó claro que iba a ser un encuentro intenso. A los 10 segundos, ya había faltas en el casillero del Peñarol y la tensión se palpaba en el aire. Mathias Fernández, portero charrúa, fue quien primero puso a prueba al guardameta local Luan Muller con un disparo desde fuera del área. El Palma intentaba marcar su territorio y Rivillos estuvo cerca de abrir la lata, obligando a Fernández a despejar con contundencia.
A medida que avanzaba el primer tiempo, los hombres de Vadillo comenzaron a dominar el juego. Rivillos se convirtió en director de orquesta y tras un saque de banda logró conectar un zurdazo imparable que dejó boquiabiertos tanto a rivales como aficionados. A partir de ahí, los balones comenzaron a moverse con más fluidez entre los jugadores locales, quienes buscaban desgastar al rival mientras Peñarol defendía con todo lo que tenía.
A pesar del esfuerzo uruguayo por mantener la presión alta, las oportunidades seguían cayendo del lado palmesano. Charuto tuvo una ocasión clara pero su volea fue salvada por Fernández. Los nervios empezaron a asomarse cuando Peñarol llegó al límite de faltas y el Palma parecía tener controlado el partido al finalizar la primera parte con ventaja.
Con energías renovadas tras el descanso, Palma salió decidido a aumentar su cuenta goleadora. Ernesto tuvo varias ocasiones pero no lograba concretar hasta que finalmente llegó Rivillos para hacer magia nuevamente y lograr su segundo gol personal. Sin embargo, cuando menos lo esperaban los locales, Paroldo empató para Peñarol tras un error defensivo.
La tensión aumentaba conforme se acercaba el final del encuentro; cada pase era crucial y cualquier descuido podría costar caro. Pero Machado apareció justo cuando más lo necesitaban y aprovechó un rebote para marcar el 3-2. En los últimos minutos hubo momentos de locura: Peñarol amenazó con volver al empate pero fue Ernesto quien sentenció el partido desde su área enviando la pelota al fondo de la red contraria.
Así es como este equipo ha demostrado una vez más ser digno de estar en lo más alto del fútbol sala mundial. Un triunfo cargado de emociones y mucha lucha sobre la pista.