Pau Cardell Roig, un nombre que resonará siempre en el corazón del judo balear, ha partido dejando un vacío inmenso. Este pionero del deporte no solo fue un maestro; fue una figura esencial que trabajó codo a codo con Robert Muratore, el gran introductor del judo en Mallorca y en las islas. Su fallecimiento ha dejado a muchos de sus alumnos sumidos en la tristeza, recordando con cariño a quien fue su referente.
Durante décadas, Pau dedicó su vida al judo, transmitiendo no solo técnicas, sino también valores fundamentales que han quedado grabados en quienes pasaron por sus manos. Judocas como Bartomeu Cañellas y José Barceló han compartido sus recuerdos desde los días de formación en el Club Samurai, donde se forjaron legados y amistades duraderas.
Un legado imborrable
Pau no solo brilló como técnico; también jugó un papel crucial en el crecimiento de la Federación Balear de Judo y Deportes Asociados. Como vicepresidente durante años y confidente del líder Pep O. Roses, su compromiso fue inquebrantable.
Desde la federación le rinden homenaje: «Su dedicación al deporte y su pasión por enseñar dejaron una huella imborrable». El pasado sábado se celebró una misa en Pòrtol presidida por Eusebio Capel para honrar su memoria. Se recordó a Pau como más que un profesor; él era un mentor y amigo para todos aquellos afortunados de conocerlo. En cada tatami y campeonato dejó algo de sí mismo.
Hoy celebramos su vida, su fervor por el judo y su legado eterno. Que su espíritu nos inspire siempre a practicar este arte marcial con la misma entrega que él nos enseñó. Gracias, Pau, por todo lo que diste; tu recuerdo vivirá entre nosotros.