En una sorprendente jugada, Marcus Cooper Walz, el piragüista mallorquín de 30 años y triple medallista olímpico, ha decidido dar un giro a su carrera. Este lunes, durante un evento de Iberia, el palista nos dejó claro que no está dispuesto a conformarse con lo que ya ha logrado. A pesar de haber conquistado todas las medallas olímpicas y haber sido abanderado en París 2024, Marcus ha tomado la valiente decisión de dejar atrás el K4 para volver a sus raíces: el K1.
Un nuevo reto personal
El palista del Real Club Náutico de Portopetro, conocido por su oro en Río 2016 y sus recientes medallas de plata en Tokio 2020 y bronce en París 2024 (en K4), quiere ir más allá. «No voy a estar a medias tintas», subrayó Marcus. Él mismo reconoce que podría retirarse satisfecho, pero siente esa inquietud interna que lo empuja a seguir explorando sus límites. «Me acabo de poner un reto imposible», confesó mientras se prepara para entrenar en Trasona (Asturias) bajo la dirección del técnico Miguel García.
Aunque parece que ya no competirá más con el K4, donde su compañero Álex Graneri ha tomado un papel protagónico tras ser cuarto en la Copa del Mundo de Szeged, Marcus nos recuerda que cada medalla tiene su historia. El reciente bronce conseguido le sirvió para entender mejor hasta dónde puede llegar: «Siempre hago la broma de que ese bronce era la medalla que me faltaba», comentó entre risas, sabiendo bien lo importante que es para él continuar desafiándose.
Como figura destacada del piragüismo español, también dejó un consejo valioso para los jóvenes aspirantes a unos Juegos Olímpicos: cuidar todos los detalles es crucial. La técnica, fuerza y resistencia son fundamentales si quieren cruzar la meta antes que otros. «El piragüismo exige dedicación», añadió con determinación.
Aún queda camino por recorrer antes de pensar en una despedida definitiva del deporte. Para Marcus, ese día no está cerca: «Sé que no es para ya», enfatizó mientras dirige toda su energía hacia Los Ángeles 2028 con una meta clara: conquistar nuevamente el K1 1000 metros. Con su ambición intacta y una nueva estrategia en mente, este palista demuestra que nunca es tarde para reinventarse.