En las tranquilas afueras de la Colònia de Sant Pere, un joven de apenas 13 años está forjando su camino hacia el estrellato del ajedrez. Pau Marín Ferragut, oriundo de Artà, tiene un sueño que lo impulsa día a día: convertirse en Gran Maestro y competir en el Campeonato del Mundo. Aunque el camino es largo y lleno de desafíos, él y su familia se han comprometido a dar pasos firmes sin descuidar su formación académica. Al fin y al cabo, Pau también es un apasionado del baloncesto.
Una dedicación ejemplar
Pau entrena como un verdadero profesional. Con tres horas diarias dedicadas al ajedrez—entre clases con sus entrenadores y sesiones informales con su padre—ha logrado ganar numerosos títulos nacionales en categorías Sub 10, Sub 12 y Sub 14. Desde que empezó a jugar a los seis años gracias a su padre, ha construido un impresionante palmarés que le ha ganado el respeto de rivales y amigos por igual.
El camino no siempre ha sido sencillo; hace unos meses hizo historia al conseguir la primera norma para alcanzar el rango de Maestro Internacional en Marbella. Sin embargo, no se desanima por quedarse cerca en dos ocasiones más este año. «Voy partida a partida», dice con una confianza serena que sorprende para su edad.
Aparte del ajedrez, Pau también piensa en su futuro académico: «Quiero estudiar matemáticas o ser profesor de idiomas», confiesa mientras habla sobre sus aspiraciones. Su ídolo es Garry Kasparov—«el mejor de la historia»—y admira al campeón indio Dommaraju Gukesh, a quien tuvo la suerte de conocer e incluso jugar al ping pong. Esta experiencia solo alimenta más su deseo de vivir del ajedrez.
Su padre, Vicenç, también jugador, menciona la importancia crucial de competir contra rivales fuertes para seguir progresando. La hoja de ruta está trazada: hasta los 16 años se enfocará en convertirse en Maestro Internacional y después pondrá toda su energía para lograr el título codiciado de Gran Maestro. ¿Será Pau Marín quien lleve ese legado adelante? El joven parece tener claro que cada jugada cuenta: «Partida a partida», concluye con una sonrisa llena de determinación.