El año 2020 nos dejó un Mundial de MotoGP que, sin duda, será recordado como el más silencioso de todos. La pandemia obligó a retrasar el inicio de la temporada y, aunque los circuitos europeos vieron catorce Grandes Premios, el ambiente no era el mismo. Sin público, sin ese bullicio característico que hace vibrar a los aficionados. Pero en medio de esa atmósfera inusual, hubo una historia que brilló con fuerza: la del motociclismo mallorquín.
Un hito para Mallorca
Joan Mir se alzó como campeón del mundo, devolviendo a las islas al podio más alto tras tres victorias anteriores de Jorge Lorenzo. En 2017 ya había dado sus primeros pasos ganando el Mundial de Moto3 con una autoridad aplastante. Después llegó su paso fugaz por Moto2 y, finalmente, Suzuki abrió sus puertas para él.
Aquel 15 de noviembre del 2020 fue un día memorable. Desde casa, todos celebrábamos la séptima posición de la Suzuki número 36 en el Gran Premio de la Comunidad Valenciana. Nueve puntos que bastaron para coronar a Mir como campeón del mundo en una carrera donde Franco Morbidelli se llevó la victoria. Curiosamente, Mir logró hacerse con el título con tan solo un triunfo en su haber y demostrando una regularidad admirable durante lo que quedó de temporada.
La calculadora le sonrió; mientras Marc Márquez lidiaba con lesiones y abandonos en su camino hacia otro campeonato en 2025, Joan supo mantener la calma y escalar posiciones hasta alcanzar su sueño. No solo se convirtió en el segundo mallorquín en lograr este reconocimiento tras Lorenzo, sino también en un referente nacional junto a otros grandes nombres como Crivillé o Márquez.
A pesar del adiós de Suzuki y una etapa complicada sobre la Honda oficial llena de altibajos desde 2022, este año ha traído algo positivo: Joan volvió a subir al podio dos veces consecutivas en Japón y Malasia. Un soplo de aire fresco que renueva las esperanzas para lo que está por venir. ¿Quién sabe? Quizás haya más alegrías esperando para 2026.

