La Fórmula 1 volvió a brillar en Monza, y Carlos Sainz se subió al coche con una sonrisa que reflejaba la esperanza. El piloto español terminó el viernes como el tercero más rápido de la jornada, un logro notable en su primera temporada con Williams. Sin embargo, fiel a su esencia de luchador, no se dejó llevar por la euforia. «Fue alentador por tiempos y rendimiento», declaró ante las cámaras, aunque sabía que aún había camino por recorrer.
Un día para soñar, pero también para mejorar
A pesar de ese tercer puesto que lo coloca en buena posición para pelear en la Q3, Sainz fue claro: «No todo es color de rosa». En sus propias palabras, había áreas donde sentía que podía hacer más. Las curvas 11 y 7 le estaban dando guerra; allí necesitaba encontrar esa comodidad esencial para sacar el máximo rendimiento del coche. En un circuito como Monza, cada detalle cuenta y él lo sabe bien.
«Es una vuelta diferente a cómo se siente con un Ferrari», reflexionó Sainz mientras recordaba los desafíos que enfrenta al volante de su nuevo monoplaza. Tiene características buenas y otras no tanto, pero eso no le quita las ganas de aprender y adaptarse a cada curva del trazado italiano. Se siente optimista pero cauteloso: «El ritmo es prometedor», decía mientras evaluaba su desempeño con las gomas blandas.
Sainz concluyó con sinceridad: «Hay curvas en las que todavía me falta algo», dejando claro que su mente está centrada en mejorar cada día. Con este espíritu competitivo, se lanza a la batalla del Gran Premio de Italia con la ambición intacta; después de todo, Monza siempre tiene sorpresas guardadas bajo la manga.