El Gran Premio de Austria no fue un día cualquiera para Pecco Bagnaia. Acabó la carrera con una mezcla de enfado y desconcierto que pocos le habían visto antes. Tras cruzar la línea de meta, el piloto de Ducati apenas pudo contener su desasosiego. «¿Se está acabando mi paciencia? Bastante, sí», decía mientras trataba de entender qué estaba ocurriendo con su moto.
Un rendimiento decepcionante
Bagnaia partió desde una prometedora tercera posición, incluso logró superar a Marc Márquez al inicio, pero poco a poco se fue desinflando como un globo pinchado. Al final, solo pudo sumar ocho puntos en una cita que debería haber sido suya. El sábado, la historia había comenzado mal cuando un fallo en el neumático trasero le obligó a retirarse. Aunque Michelin analizó el problema y no encontró nada extraño, él sigue sin tener respuestas claras.
«No sé lo que pasa. Estoy dándolo todo y aún así he quedado octavo a 12 segundos del primero», protestaba Bagnaia visiblemente frustrado. Aseguraba que los líderes estaban sacándole ventaja en cada curva y aunque reconocía su calidad como pilotos, también señalaba que él ha demostrado ser capaz de más en años anteriores.
A pesar del bajón emocional, Pecco enfatizaba que esto no afectaría su concentración: «Siempre voy dándolo todo; me adelantaban todos en las curvas y espero que alguien me explique qué sucede», decía con un tono casi retador dirigido a su equipo.
Su mensaje es claro: los errores deben ser analizados y corregidos si realmente quieren volver a estar al frente. Mientras tanto, el tiempo corre y las dudas crecen. La paciencia tiene sus límites.