El Gran Premio de Austria se convirtió en el escenario perfecto para que Flavio Briatore, jefe del equipo Alpine, hiciera sonar la alarma sobre el rendimiento de Franco Colapinto. En un momento donde todos los ojos estaban puestos en el joven argentino, las expectativas eran altas. Sin embargo, lo que se esperaba como una jornada de gloria, terminó siendo un nuevo recordatorio de que la F1 no perdona.
La presión está en el aire
Colapinto llegó al equipo tras una serie de cambios y rumores, pero parece que esa inercia positiva no ha logrado traducirse en velocidad en la pista. A pesar de contar con un coche que podría haberlo llevado a la Q3, terminó partiendo desde una decepcionante 14ª posición después de pasar por la Q1 y fallar en su intento por alcanzar la siguiente fase.
Briatore no es hombre de dar vueltas al asunto. Con una sinceridad aplastante afirmó: «Había coche para la Q3, claramente. Pero nos sigue faltando tener a los dos coches donde deberíamos». Esta frase resuena fuerte porque nos recuerda que detrás del volante hay vidas y sueños en juego. La presión es palpable y Colapinto tiene claro que necesita mejorar. «Necesito algo más, probablemente. Pero me falta confianza en las curvas de alta velocidad», admitió con honestidad.
A medida que se acercan nuevas carreras, el desafío para Colapinto es mayúsculo; no solo debe luchar contra sus propios miedos sino también cumplir con las expectativas del equipo y su mentor. El tiempo corre y cada carrera cuenta. ¿Logrará encontrar ese ritmo perdido antes de que sea demasiado tarde? La pista lo dirá.