En el Gran Premio de Austria, Carlos Sainz ha vuelto a vivir una experiencia amarga que le deja muy lejos de las posiciones competitivas. El piloto madrileño sufrió durante la sesión de clasificación y se quedó fuera en el primer corte, un golpe duro que lo hará partir desde la 19ª posición.
Ya había advertido del peligro, repitiendo una vez más cómo los pequeños detalles pueden arruinar todo un fin de semana. Recordemos lo que pasó en Barcelona o Canadá; cada error parece multiplicarse cuando se trata del Williams. En esta ocasión, tras una Q1 llena de complicaciones, Sainz solo logró superar a Hulkenberg, y eso ya es decir mucho.
Una batalla perdida
Intentó darlo todo en su último intento, pero el destino le tenía reservado otro revés. Al salir del complicado segundo sector, el Williams rozó la grava y eso fue suficiente para convertir su monoplaza en algo casi incontrolable. Cada vuelta era un desafío titánico; corregir la dirección era como intentar atrapar aire con las manos.
“El coche era inconducible”, comentó con frustración a través de la radio mientras hablaba con su ingeniero Gaetan Jego. La impotencia se podía sentir en sus palabras: “No tiene carga; si quiero girar, simplemente no va”. Así caía una vez más en Q1 por tercera vez esta temporada. Un peaje demasiado alto que parece quedar patente ante un Williams que no evolucionará más este año.
A medida que otros equipos como Aston Martin y Sauber avanzan con mejoras significativas, Sainz se encuentra atrapado en una lucha que no parece tener fin. “Estamos mejor de lo que parece”, intenta convencerse entre tanto desánimo; sin embargo, es difícil ver luz al final del túnel cuando te enfrentas a tantos obstáculos. La incertidumbre sobre qué vendrá después sigue flotando en el aire.