En el Gran Premio de Canadá, Fernando Alonso se convirtió en el foco de atención, no solo por su desempeño en la pista, sino por la polémica que rodeó las decisiones de los comisarios. 20 segundos y dos puntos en su licencia, una sanción que pocos pueden recordar en la última década de Fórmula 1. Las palabras del asturiano tras la carrera resonaron con fuerza: «Espero que no sea como esos días en los que te dicen que a la próxima sí habrá consecuencias y luego todo queda en un aviso». Un eco claro de frustración hacia una FIA cuyas decisiones parecen más caprichosas que justas.
La doble moral de las sanciones
A medida que se sucedían los incidentes durante la carrera, quedó patente una inconsistencia alarmante. Mientras Lando Norris se llevaba una penalización tras abandonar, otros pilotos como Lance Stroll o Yuki Tsunoda enfrentaban castigos severos por infracciones menores. La sensación de injusticia flotaba en el aire; algunos pilotos parecen tener siempre un salvoconducto mientras otros son tratados con mano dura.
No es fácil ser Fernando Alonso en este ambiente. Tras ver cómo varios pilotos ignoraban banderas amarillas sin repercusiones, su voz se alzó exigiendo consistencia. «Si hay peligro para los comisarios o servicios de emergencia, deberían aplicarse sanciones adecuadas», subrayó con esa mezcla de determinación y desánimo que le caracteriza. El mismo patrón se repite una y otra vez: actuaciones cuestionables quedan impunes mientras él es castigado drásticamente por maniobras inofensivas.
El incidente con George Russell también dejó mucho que desear. No solo porque Russell intentara engañar a los comisarios frenando bruscamente bajo el coche de seguridad, sino porque parece tener una habilidad especial para salir ileso ante sus maniobras discutibles. Max Verstappen lo dejó claro tras uno de estos episodios: “Es ridículo cómo intenta buscar sanciones para otros”. En este juego donde todos parecen conocer las reglas menos Alonso, la frustración crece.
A pesar del ruido mediático y las voces críticas, lo cierto es que Fernando sigue luchando contra viento y marea dentro y fuera del circuito. A medida que avanza la temporada, él sabe que su esfuerzo va más allá del asfalto; es una lucha constante contra un sistema donde la equidad brilla por su ausencia.