El pasado fin de semana, el GP de Aragón trajo consigo una nueva victoria para Marc Márquez, quien, con su habitual estilo calmado y calculador, nos dejó claro que la paciencia es clave en este deporte. Después de un inicio titubeante en el Sprint de MotoGP, donde no salió como esperaba, el piloto español supo reconducir la situación. «Me lo he tomado con calma», confesó ante las cámaras de DAZN mientras disfrutaba del podio.
Un resurgimiento controlado
A pesar del pequeño tropiezo al arrancar—un desliz que le costó algunos valiosos segundos—Márquez se mantuvo sereno. «Contaba con que Álex fuera fuerte, pero fallamos en la salida. No es fácil controlar esos patinazos», dijo reflexionando sobre su desempeño. Sin prisa pero sin pausa, optó por esperar a que su neumático se asentara antes de intentar adelantar a su rival.
Con cada vuelta que pasaba, el ritmo se hacía más fuerte y eso lo notó él. Siguió marcando tiempos consistentes alrededor de 1:47 y mantuvo su estrategia a raya: «No hay que exagerar». Este enfoque metódico es el que le ha valido múltiples victorias y hoy no iba a ser la excepción.
Aunque había arriesgado al elegir neumáticos blandos—una decisión debatida entre los miembros del equipo—Márquez confía en sus instintos: “Si todos iban a estar en igualdad de condiciones, sabía que podía ganar”. Y vaya si lo logró; incluso cuando parecía que los neumáticos podrían flaquear hacia el final.
La carrera fue larga y exigente; cada curva requería concentración absoluta. Pero él estaba listo para luchar hasta el último segundo. La experiencia juega un papel crucial aquí: “Espero gestionar bien ciertos puntos durante la carrera”, añadió con una mirada decidida. Al final del día, sabe bien que cada carrera tiene sus sorpresas y hay que estar preparado para todo.