En un día gris para la Fórmula 1, Lewis Hamilton salió del Circuito de Montmeló con una frustración palpable. Después de haber tenido un fin de semana prometedor en Mónaco, donde logró clasificarse quinto, el británico se encontró en Barcelona con una dura realidad. Cruzó la meta en séptima posición, que se convirtió en sexta solo gracias a la penalización de Max Verstappen. Y no lo ocultó: al terminar la carrera, no dudó en compartir su desánimo con los medios.
Un día complicado
“Fue la peor experiencia que he vivido”, confesó Hamilton sobre el equilibrio del coche. Algo andaba mal y él lo sabía. En un intercambio sincero con su ingeniero, Riccardo Adami, dejó claro que “hay algo mal con este coche. Es lo peor que ha estado nunca”. Mientras tanto, su compañero Charles Leclerc mostraba un ritmo mucho más sólido y se subía al podio tras pelear intensamente por el tercer lugar.
A diferencia del heptacampeón, Leclerc partió desde atrás pero rápidamente demostró su superioridad al presionar a Hamilton vuelta tras vuelta. “¿Cuánto más rápido puedo ir? Solo puedo decírtelo si tengo aire libre”, le decía a su ingeniero mientras luchaba por encontrar espacio para avanzar. Esa impotencia hizo que Lewis tuviera que ceder ante su compañero poco después.
Al final del día, la puntuación fue escasa: ocho puntos más para el Mundial. “Simplemente no fue un gran día”, admitió Hamilton resignado. “La estrategia era buena… Pero tuve un mal día. ¿Qué quieres que te diga?”. Sin embargo, Fred Vasseur, director deportivo de Ferrari, reveló que había habido problemas técnicos en el monoplaza durante las últimas vueltas antes del Safety Car.
En definitiva, otro capítulo complicado para uno de los grandes de este deporte y una llamada de atención para todos aquellos que esperaban ver brillar a Lewis en esta temporada.