El Gran Premio de Bahréin se convirtió en un auténtico campo de batalla para Max Verstappen, quien no dudó en expresar su frustración tras una carrera que dejó mucho que desear. Con un siete en la parrilla y un sexto puesto final, el tetracampeón holandés no ocultó su descontento: «No estamos en la lucha por el campeonato», sentenció con seriedad ante los micrófonos de DAZN F1.
Desilusión y tensión en el equipo
La situación era tensa. La falta de rendimiento del RB21 fue evidente durante toda la carrera, y Verstappen se mostró contundente al afirmar: «Todo lo que podía haber ido mal ha ido mal». Y es que, después de 30 vueltas persiguiendo al Alpine de Gasly, sólo logró superarlo al final gracias a una maniobra apurada.
A pesar del esfuerzo, el piloto se sintió atrapado entre los coches de media tabla. Lo peor llegó con dos paradas en boxes problemáticas; un semáforo que nunca cambió a verde fue el colofón a una jornada aciaga para Red Bull. Las palabras de Max resonaron con tristeza: «Éramos demasiado lentos para los de arriba y estábamos luchando en la clase media, que no es nuestro nivel».
Los problemas no solo estaban sobre la pista. Según informaron fuentes cercanas al equipo, su mánager, Raymond Vermeulen, tuvo un fuerte encontronazo con Helmut Marko después de la carrera. Ted Kravitz reportó cómo Vermeulen entró furioso a los boxes para darle una buena reprimenda al asesor de Red Bull.
Y mientras todo esto sucedía, las especulaciones sobre el futuro de Verstappen continuaban creciendo como espuma. Con varios meses por delante antes del verano, el piloto estará observando atentamente sus opciones. Su futuro podría depender del desarrollo del motor Powertrains que prepara Red Bull para 2026 o incluso considerar un cambio hacia Mercedes si las cosas siguen así.
En resumen, Bahréin dejó claro que hay mucho trabajo por hacer si Verstappen quiere volver a luchar por lo más alto este año. La distancia con Mercedes y Ferrari fue abismal; su próximo paso será decisivo.