La Fórmula 1 no deja de sorprendernos y, en esta ocasión, el foco se ha posado sobre George Russell. Este piloto británico ha conseguido preservar su segundo puesto en el Gran Premio de Bahréin, a pesar de enfrentar un sinfín de contratiempos que lo pusieron al borde del abismo. Una investigación por abrir el DRS sin querer fue solo la guinda de un pastel lleno de problemas. Pero él supo salir adelante.
La lucha constante y la decisión inesperada
En medio de un campeonato repleto de tensión, con Lando Norris y Oscar Piastri luchando codo a codo en la cima, Russell se mantiene firme con 63 puntos. Es cierto que muchos solo ven a esos tres como los verdaderos candidatos al título, pero este chico no se ha caído aún del top-5 en ninguna sesión este año. Desde su llegada a Mercedes, ha demostrado ser más que una promesa; es un competidor sólido.
Aunque el inicio del 2025 le planteó desafíos adicionales, desde marchas problemáticas hasta un GPS que lo marcaba fuera del circuito, Russell nunca perdió la calma. En una radio llena de tensión y adrenalina, incluso bromeó sobre los inconvenientes que le afectaban. Sin embargo, todo llegó a un clímax cuando admitió haber abierto el DRS accidentalmente. La sanción parecía inminente y todos contenían la respiración.
Afortunadamente para él, la FIA decidió no castigarle tras analizar su carrera: argumentaron que había levantado el pie antes en la curva uno para compensar su error. Y así fue como se llevó a casa ese valioso segundo lugar.
Andrew Shovlin, ingeniero jefe de Mercedes, no pudo ocultar su entusiasmo: “Nos preocupaba llegar ante una McLaren tan rápida, pero George logró traernos un P2 a casa”. A pesar de saber que todavía tienen trabajo por delante para ganar más velocidad, sus palabras reflejan optimismo: “Es emocionante mostrar esta fortaleza en una pista tan desafiante”.
Russell se marchó del paddock montado en su famoso patinete tras evitar un problema serio. Pero esto también levanta interrogantes sobre cómo maneja la FIA las sanciones; después de todo, no es fácil ver cómo algunos reciben castigos drásticos mientras otros escapan con una simple advertencia.