El Gran Premio de Bahréin dejó un sabor agridulce entre los aficionados españoles. Mientras el australiano Oscar Piastri brillaba con luz propia, nuestras esperanzas se desvanecían rápidamente. Este joven piloto no solo logró su segunda victoria del año, sino que también puso más emoción en la lucha por el Mundial, donde su compañero Lando Norris sigue liderando. Pero la noche no fue fácil para nuestros ídolos.
Pesadilla para Sainz y Alonso
Carlos Sainz, que había comenzado con fuerza, tocó el cielo al colocarse sexto en la salida y demostrar su destreza en varias batallas sobre el asfalto. Sin embargo, todo se torció cuando sufrió un toque de Tsunoda, que le dejó un boquete en su monoplaza y lo obligó a abandonar tras perder velocidad. No es justo, ¿verdad? Y qué decir de Fernando Alonso, quien intentó hacer magia desde una estrategia arriesgada pero terminó atrapado entre los coches más lentos y cayendo hasta el 17º lugar. Todo un golpe bajo para un piloto de su calibre.
Piastri dominó la carrera desde el principio hasta el final, mostrando una capacidad impresionante para manejar la degradación del neumático en Sakhir. Su rivalidad con George Russell mantuvo viva la emoción durante toda la prueba; ambos pilotos lucharon intensamente por posiciones en medio de dramas estratégicos y problemas técnicos.
A pesar del despliegue de talento del joven australiano, lo cierto es que muchos ojos estaban puestos también en las decisiones erráticas de otros equipos como Ferrari o Mercedes, que parecían tener sus propios demonios que enfrentar. Fue una noche complicada para todos menos para Piastri: mientras él celebraba su victoria, nuestros corazones latían con frustración.
Al final del día, Piastri ha dejado claro que está aquí para quedarse y pelear por lo más alto. La batalla continúa y nosotros estaremos ahí cada paso del camino.