En el Gran Premio de Bahréin, Carlos Sainz vivió una montaña rusa de emociones que acabó en un desastre. En medio de un fin de semana prometedor, donde había demostrado su capacidad al colocarse entre los seis primeros, todo se desmoronó tras un toque inesperado con Yuki Tsunoda. «Hice un buen movimiento en la 1, pero al salir de la curva, él perdió el control y chocó contra mi pontón. Eso me costó unos 40 o 50 puntos en aerodinámica y ahí se acabó mi carrera», lamentaba Sainz, resignado ante lo inevitable.
Una lucha intensa hasta el último momento
A pesar del infortunio, Sainz no dejó de luchar. Su esfuerzo por mantenerse en las posiciones de top-10 fue admirable. «Estuvimos peleando contra coches mucho más rápidos; era una batalla dura», reconocía mientras recordaba los momentos previos a la colisión. Con una sonrisa resignada, admitió: «Era raro estar ahí, pero disfruté cada segundo».
Sin embargo, la realidad es que el piloto español se marchó sin sumar ni un solo punto. Aún así, no pierde la esperanza y asegura que están en la dirección correcta: «Tenemos mucho por aprender y sé que vendrán mejores carreras». Consciente del avance de Alpine y su competitividad creciente en la zona media, Sainz dejó claro que todavía hay batalla por delante. «Podríamos haber sumado algo si no fuera por ese golpe», concluyó con tono reflexivo mientras miraba hacia el futuro con determinación.