La tarde del domingo prometía emoción con el partido entre el Levante y el Villarreal, parte de la 16ª jornada de la Primera División. Sin embargo, la naturaleza decidió hacer de las suyas y, ante la alerta meteorológica activada en Valencia, LaLiga ha optado por suspenderlo. Una decisión que solo espera la luz verde del juez de competición para hacerse oficial.
Aguaceros a la vista
Todo comenzó cuando, ya entrada la noche del sábado, Protección Civil lanzó un aviso que llegó a los móviles de los ciudadanos: fuertes lluvias se avecinaban. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) no tardó en decretar un nivel naranja por precipitaciones intensas desde la medianoche hasta el mediodía del domingo. Pero eso no fue todo; al llegar el mediodía, se elevaría a nivel rojo en varias zonas del litoral.
Los datos son preocupantes: se esperan acumulaciones superiores a 180 litros por metro cuadrado, llegando incluso a superar los 250 l/m² en puntos concretos. Ante esta situación crítica, Aemet recomendaba no solo precaución, sino también limitar desplazamientos y seguir las indicaciones de las autoridades.
No es extraño ver decisiones como esta en el mundo del deporte. El Ayuntamiento de Valencia ya había hecho llegar una comunicación oficial solicitando la suspensión no solo del encuentro entre Levante y Villarreal, sino también de otros eventos deportivos programados para ese día. Al fin y al cabo, lo primero siempre debe ser la seguridad de jugadores, trabajadores y aficionados.
Y es que esto no es nuevo; recordemos cómo hace unos meses se aplazó el Valencia-Oviedo, justo cuando había alerta roja en la ciudad. O aquel Villarreal-Espanyol que tuvo que detenerse minutos antes de comenzar porque las condiciones eran inaceptables.
A veces parece que hay que tirar a la basura esa idea romántica del fútbol bajo cualquier circunstancia; pero hoy más que nunca queda claro que si hay tormenta sobre nuestras cabezas, lo mejor es buscar refugio.

