En el mundo del fútbol, donde cada jornada es una batalla y cada decisión cuenta, el Barcelona se enfrenta a una nueva prueba en su camino hacia la gloria. Y no es cualquier reto, sino uno que parece diseñado para ponerles las cosas aún más difíciles. Con un calendario que les obliga a jugar más partidos en casa que fuera, los chicos de Flick ven cómo se complica su ya de por sí espinosa tarea. Es como si la Liga hubiera decidido poner palos en las ruedas otra vez, ¿verdad?
Caminos tortuosos y viejos fantasmas
No es la primera vez que esto ocurre. Recordemos la polémica con Dani Olmo, que dejó al Barça tambaleándose tras su inscripción a través del CSD, o esos tiempos oscuros en los que se decía que sólo en el palco del Bernabéu se manejaban los hilos del fútbol español. Todo esto resuena con fuerza ahora cuando vemos al Villarreal callar ante decisiones que parecen favorecer a unos y perjudicar a otros.
Los aficionados están cansados de ver cómo el fútbol se convierte en un juego de poder y dinero. Aquella promesa de un deporte para el pueblo parece lejana. El mismo Villarreal que antaño defendió la idea de un fútbol limpio, hoy guarda silencio mientras todo sucede a sus espaldas.
¿Y qué hay del Madrid? Pues ahí sigue, resignado ante un sistema que no han logrado cambiar. En Valdebebas susurran sobre lo injusto de la situación, mientras recuerdan las épocas doradas en Europa, pero sin apenas brillo en casa.
A veces resulta casi cómico pensar en aquella frase de Simeone sobre una Liga “peligrosamente preparada”. Era 2015 y muchos creían que era una simple exageración… hasta ahora. Lo cierto es que hay algo en el aire; una sensación inquietante donde los sueños pueden hacerse trizas entre decisiones arbitrales y estrategias diseñadas desde arriba.