El adiós de Javi Montero al Racing ha dejado un sabor agridulce entre los aficionados. Después de ser una pieza clave hasta finales de febrero, su presencia en el campo se desvaneció por una lesión de menisco y un enfrentamiento con el entrenador, José Alberto. Desde entonces, el sevillano no volvió a pisar el césped en los últimos 16 partidos. Ahora, tras un acuerdo para rescindir su contrato, el central emprende nuevo rumbo hacia el Málaga.
Un adiós lleno de emociones
En sus redes sociales, Javi compartió sus sentimientos con la afición: «Es una despedida dura para mí porque llegué con un sueño y una ambición. Quiero que sepáis que quería seguir en el club y, por circunstancias, no han querido. He tenido que tomar la dura decisión de salir (no tenía otra opción).» Estas palabras resuenan como un dardo dirigido a quienes tomaron la decisión de dejarlo ir.
Agradeció a todos aquellos que confiaron en él durante su tiempo en el club: «Sólo deciros que puse todo de mí para poder quedarme. Siempre os llevaré en mi corazón». La salida del futbolista genera debates sobre cómo se gestionan las relaciones dentro del equipo y deja claro que las cosas no siempre son fáciles en el mundo del fútbol.