Era el 6 de septiembre de 1939 cuando el Real Madrid se preparaba para volver a entrenar tras un periodo oscuro marcado por la Guerra Civil. Madrid, esa ciudad que una vez fue vibrante, estaba ahora llena de ruinas y desolación. En agosto del mismo año, el eco de los bombardeos resonaba en cada esquina, mientras la gente se escondía y las ejecuciones se convertían en una trágica rutina. El 5 de agosto, un día que quedó grabado en la memoria colectiva, decenas de personas fueron fusiladas, incluidas Las Trece Rosas.
En medio de este caos, el fútbol intentaba recuperar su esencia después de tres años sin esperanza. Con la guerra aún reciente y los recuerdos frescos de la pérdida, las autoridades decidieron reanudar las competiciones. La Copa se celebró bajo un manto de tristeza; el Sevilla fue el campeón en Montjuïc el 29 de mayo.
El renacer del fútbol
Aquel verano del 39 no solo traía calor: traía también el regreso a los periódicos del deporte rey. No había lugar para fichajes rimbombantes ni grandes anuncios; todo giraba alrededor de la reconstrucción. Chamartín, como otros campos madrileños, había sufrido daños severos: algunos eran ruinas humeantes mientras que otros habían sido ocupados por milicias durante la contienda.
Pero entre los escombros, surgía una chispa de esperanza. Decenas de obreros luchaban contra el tiempo para transformar un campo devastado en una alfombra verde donde los jugadores pudieran volver a correr. Las gradas eran remendadas con cemento y se instaló una alambrada para proteger el terreno.
El club marcó el 5 de septiembre como fecha clave para comenzar la pretemporada. Paco Bru, quien había guiado al Madrid a su última Copa antes del conflicto, ya había estado llamando a algunos jugadores días antes para empezar a entrenar. Los rostros eran diferentes; muchos se habían ido y otros simplemente no estaban más.
A pesar del clima tenso y complicado que envolvía al equipo, las voces sobre posibles refuerzos comenzaban a circular. Bru aseguraba que esos temas escapaban a su control; lo importante era salir adelante desde dentro del campo. Mientras tanto, Hernández Coronado mantenía firme su posición negando cualquier movimiento en marcha; algo que bien sabemos era signo claro de que algo estaba por suceder.
Así llegó Gaspar Rubio al centro del debate: tras abandonar abruptamente al Madrid rumbo a Cuba, decidió regresar justo cuando más lo necesitaban. El primer partido oficial tuvo lugar en Valladolid el 1 de octubre; aunque Gaspar ya no sería parte del equipo cuando comenzara realmente la Liga.