Valencia vive una etapa convulsa que parece no tener fin. Desde que el Valencia CF se constituyó como Sociedad Anónima Deportiva (SAD) en 1992, ha estado en el punto de mira de muchos. Pero lo cierto es que, a pesar de las luchas internas y las crisis deportivas y económicas, este club sigue siendo un emblema querido por la sociedad civil valenciana. A día de hoy, su nombre sigue resonando fuerte en la región.
¿Por qué no hacemos algo nosotros?
A medida que pasan los años, la situación del Valencia se complica aún más. Desde la llegada de Peter Lim, su máximo accionista, se han multiplicado las voces que claman por un cambio. Muchos empresarios valencianos han intentado acercarse a inversores extranjeros con la esperanza de dar un giro radical a esta historia tan cargada de conflictos. Sin embargo, al buscar esos fondos internacionales -ya sea desde Qatar o entre magnates estadounidenses- se encuentran con una pregunta incómoda: “¿Y por qué no lo hacéis vosotros?”.
Es una crítica directa que les lanza el mundo financiero. A esos valientes que quieren rescatar al club les dicen sin pelos en la lengua que quizás deberían reunir ellos mismos el capital necesario para deshacerse del problema Lim y devolver al Valencia a donde pertenece.
Pese a tantos intentos y años de disputas, el club sigue bajo el mando del empresario asiático, quien exige unos 400 millones por una entidad actualmente muy debilitada tanto deportiva como económicamente. La inestabilidad del equipo es palpable mientras todos esperan que ese estadio incompleto sea finalmente la llave dorada para revalorizar el ‘producto’ y permitirle salir por la puerta grande.
A medida que se cierra otra temporada llena de interrogantes sobre cómo se gestionará el futuro deportivo del equipo bajo Ron Gourlay, muchos ya comienzan a preguntarse si realmente hay voluntad para actuar o si todo quedará en palabras vacías mientras seguimos esperando respuestas concretas.