En medio del Mundial de Clubes, donde el fútbol brilla con luz propia, hay un fenómeno que ha logrado robar algo de protagonismo: las tormentas eléctricas. Y es que, en tierras estadounidenses, la seguridad está por encima de cualquier balón que ruede. La normativa es clara y contundente: si un rayo aparece o hay señales de descarga eléctrica a menos de 8 millas (aproximadamente 13 km) del estadio, ¡se suspende el partido!
Un protocolo estricto
Los jugadores tienen que volver al vestuario y las gradas se vacían como si no hubiera mañana. A partir de ese momento, comienza la cuenta atrás; hay que esperar un mínimo de 30 minutos sin relámpagos ni truenos para considerar reanudar el juego. Pero cuidado, porque si vuelve a caer un rayo, ¡todo empieza desde cero! Este procedimiento no es caprichoso; se basa en datos científicos. Los rayos pueden viajar hasta 10 millas antes de caer y eso pone en riesgo a todos.
Recientemente lo vimos durante un amistoso entre Real Madrid y Barcelona en el MetLife Stadium, donde tuvieron que parar el partido nada más empezar. Una espera tensa y llena de incertidumbre que hizo evidente lo delicado del asunto. Además, la NFL y otras ligas profesionales ya están equipadas con tecnología avanzada para monitorear estos fenómenos atmosféricos.
Así que la próxima vez que veamos un partido interrumpido por tormenta, recordemos: no solo juegan los equipos en el campo, también lucha contra los caprichos del cielo.