Sevilla se encuentra en una situación complicada. La plantilla hispalense ha visto cómo su valor de mercado se ha desplomado más de 20 millones de euros. En un año, el club ha pasado de estar entre los grandes a caer hasta la novena posición en la lista de Transfermarkt, una realidad que pocos podían imaginar hace unos años. Mientras celebraban goles frente al Mallorca, hoy toca reflexionar sobre esta dura realidad.
Un descenso doloroso
La caída en picado es evidente y, aunque algunos podrían querer tapar el sol con un dedo, la verdad duele. Ahora somos el cuarto club con mayor deterioro del fútbol español, por detrás de gigantes como Real Madrid y Girona. De 175 millones, hemos bajado a 151,4 millones, y eso no puede ser ignorado.
Hasta once futbolistas han visto reducida su tasación: nombres como Orjan Nyland y Álvaro Fernández han perdido valor considerablemente. En particular, Loïc Badé y Dodi Lukébakio son los que más llamativos resultan; del primero se esperaban 30 millones y ahora apenas llega a 25. El segundo ha caído de 25 a 20 millones, lo cual es bastante alarmante.
Aunque hay jugadores que mantienen su tasación intacta—como José Ángel Carmona y Juanlu Sánchez—la preocupación está latente entre los aficionados. ¿Qué pasará si no reaccionamos pronto? A pesar de que Badé acaba de debutar con la selección absoluta, su reciente éxito no parece reflejarse en el mercado.
Así que aquí estamos: mirando al futuro con incertidumbre mientras seguimos esperando alguna buena noticia en este mar de malas cifras. Y aunque todos soñamos con volver a ver al Sevilla en lo más alto, es fundamental reconocer lo que está ocurriendo para poder cambiarlo.