Era un caluroso domingo, el termómetro marcaba más de 30 grados y, sin embargo, ahí estaban los aficionados del Girona y el Atlético de Madrid, preparados para un partido que no parecía tener sentido. La decisión de jugar a las dos de la tarde en Montilivi es digna de mención, no por su lógica, sino por lo absurda que resulta. ¿Quién se le ocurre semejante locura? Lo único que se puede concluir es que los intereses televisivos mandan, mientras los seguidores sufren.
Condiciones inhumanas para ver fútbol
A medida que avanzaba el encuentro, el calor se hacía cada vez más insoportable. Los bares apenas ofrecían alivio y las colas para los baños parecían interminables. Y como si esto no fuera suficiente, algunos responsables de seguridad decidieron ser más papistas que el Papa y prohibieron a la gente buscar sombra. ¡Increíble!
No es solo cuestión de incomodidad; aquí hablamos de poner en riesgo la salud física de quienes solo querían disfrutar del fútbol. Algunos espectadores tuvieron que marcharse antes de tiempo, perdiéndose esos minutos emocionantes del juego. Todo esto conllevó a una situación peligrosa e inaceptable.
A pesar del panorama desolador, Simeone, con su característica ironía, agradeció haber jugado en condiciones similares a las que podría encontrar en un futuro Mundial de Clubes. Pero eso no quita la realidad: tenemos una liga donde la lógica parece haber tirado la toalla.
A partir de agosto volveremos a vivir esta historia con horarios estrafalarios: partidos a cualquier hora y sin importar si son viernes o lunes. Cada temporada nos deja estas perlitas absurdas y nosotros seguiremos aquí comentándolas, aunque parezca que caen en saco roto.