Desde el 25 de febrero, Antoine Griezmann ha visto cómo los días se convertían en meses sin poder celebrar un gol. Más de tres meses y 19 partidos han pasado desde que el francés se alineó con la red rival. Esta sequía goleadora es la más larga que ha experimentado desde que llegó al Atlético de Madrid hace más de una década, con el sueño de convertirse en una leyenda del club. Sin embargo, esos 197 goles a sus espaldas no logran ocultar la inquietud creciente entre los aficionados.
Cambio de roles en el ataque
A pesar de ser considerado por Simeone como uno de los mejores jugadores que ha tenido, Griezmann se enfrenta ahora a una dura competencia. En su regreso ante el Girona, tuvo que ceder su puesto a Sorloth, quien está brillando con fuerza. La llegada del nuevo delantero ha cambiado las dinámicas del equipo y, aunque Antoine todavía busca esa chispa mágica, parece haber perdido terreno en el ataque rojiblanco.
El partido contra el Girona era crucial para él; marcar habría sido un alivio antes del Mundial de Clubes y una manera perfecta de cerrar esta temporada llena de altibajos. Al inicio del encuentro, mostró destellos de su calidad habitual con un taconazo y algunas conexiones interesantes. Pero como hemos visto tantas veces esta temporada, esa energía inicial se fue desvaneciendo.
En la segunda mitad llegó su gran oportunidad: estuvo a punto de romper su mala racha con un remate claro que quedó fuera. Fue sustituido en el minuto 61, dejando al público preguntándose si volvería a brillar alguna vez más o si estos momentos difíciles son parte del camino hacia esos deseados 200 goles.