En Valladolid, la tarde se tornó gris tras una derrota que dejó a todos con un sabor amargo. Álvaro Rubio, el entrenador pucelano, no dudó en expresar su descontento y exigió una buena dosis de autocrítica a su equipo. «El que no vea lo que ha hecho mal está ciego», afirmó con firmeza después del partido contra el Alavés.
Una tarde para reflexionar
Rubio se mostró claro y directo. Sin rodeos, asumió la responsabilidad de los errores cometidos y cuestionó la actitud de sus jugadores: «No hemos salido con la intensidad que requería el partido». Fue un encuentro marcado por los altibajos y una falta de intensidad alarmante. Solo algunas actuaciones destacadas de la cantera, como la de Anuar, dieron motivos para mirar hacia adelante en medio del desánimo.
El entrenador continuó diciendo: «Es difícil levantar la cabeza ahora, pero somos los máximos responsables. Cada uno tiene que reflexionar sobre lo que ha hecho mal». Con una mirada seria y un tono casi paternalista, Rubio dejó claro que era momento de asumir las consecuencias: «Me da pena que este haya sido nuestro último partido en casa. No era la imagen que queríamos mostrar».
A pesar del mal resultado, destacó la importancia de los jóvenes talentos del club: «La cantera es nuestra luz en este túnel oscuro». Y aunque hay mucho trabajo por hacer, sigue convencido de que pueden ganar partidos en las próximas jornadas.
Un reto complicado pero necesario; así es el fútbol.