La noche de ayer, el Barcelona y el Inter de Milán nos regalaron un espectáculo apasionante en las semifinales de la Champions. Sin embargo, para muchos culés, el sabor que dejó el encuentro fue más amargo que dulce. Los jugadores salieron del campo con la cabeza gacha tras un partido donde encajar tres goles en casa no debería ser una opción.
Lamine Yamal, uno de los jóvenes talentos del equipo, expresaba su descontento. «Siempre pienso en ganar; por eso estaba algo disgustado», decía mientras reflexionaba sobre lo ocurrido. El inicio del partido fue una pesadilla para los catalanes, quienes parecían estar todavía dormidos cuando los rivales ya habían hecho su jugada maestra.
Una lección dolorosa
Ferran Torres, quien volvió a suplir a Lewandowski por lesión, no se anduvo con rodeos: «Salimos dormidos. Le dimos la vuelta a la situación, pero tenemos que aprender de esos errores». En efecto, el inicio del encuentro dejó claro que las jugadas a balón parado son un tema serio que deben abordar con urgencia.
Raphinha, también crítico con lo sucedido, lanzó una advertencia clara: «Encajar muchos goles en casa es inaceptable». Y es que si algo ha quedado claro es que dejar escapar oportunidades como esta puede costarles caro. La defensa debe ajustar las tuercas y tener mucho más cuidado porque el Inter sabe aprovechar cada error.
Pau Cubarsí se sumó al coro de voces críticas: «Nos han llegado muy poco y nos han marcado tres goles; necesitamos hacer autocrítica». Todos parecen coincidir: hay trabajo por hacer antes del próximo enfrentamiento en Milán. No hay lugar para la negatividad, pero sí para aprender y mejorar.
Cada rincón del vestuario está lleno de esa sensación de insatisfacción. Hansi Flick, consciente del reto que tienen por delante, apuntó directamente a esos primeros minutos fatídicos y subrayó la necesidad de cambiar esa dinámica si quieren llegar lejos en esta competición.