En medio de un mar de problemas, donde el Sevilla parece ahogarse en su peor momento, surge una figura que empieza a brillar con luz propia. Lucien Agoumé, el centrocampista que muchos criticaron tras su fichaje, se ha convertido en un rayo de esperanza para los nervionenses. Con una racha de resultados desastrosos y un cambio de entrenador que no ha traído la salvación esperada, es casi un milagro ver cómo este joven jugador ha decidido dar un paso al frente.
Un cambio inesperado
Después de una cesión decepcionante y con apenas protagonismo en su llegada desde el Inter de Milán, Agoumé ha sabido transformar las críticas en oportunidades. A pesar de comenzar la temporada titubeante, tocando fondo en partidos como el de Leganés, ahora se muestra como un líder sobre el césped. En sus últimas siete jornadas, no solo ha jugado la mayoría como titular, sino que además ha empezado a dejar huella: ¡se estrenó como goleador! Sin embargo, su tanto llegó en un encuentro donde el resultado final no acompañó.
“Tenemos que minimizar errores para ganar lo antes posible”, decía con determinación tras ese partido crucial. Su evolución coincide curiosamente con la caída general del equipo; mientras otros se hunden, él se reafirma y asume más responsabilidades cada jornada. Ha demostrado ser capaz de interpretar el juego a la perfección y ser valiente a la hora de dar pases decisivos.
Aunque su camino aún está lleno de obstáculos —como se vio en El Sadar— Agoumé volvió a destacarse incluso cuando todo parecía desmoronarse alrededor suyo. Con un parón por sanción durante el derbi sevillano y varios altibajos en sus actuaciones iniciales, parece haber encontrado su lugar bajo la dirección del nuevo técnico Joaquín Caparrós. Todo indica que este chico tiene mucho más por ofrecer y puede ser precisamente lo que necesita un Sevilla sumido en la incertidumbre.