La víspera del Clásico ha traído consigo una tormenta inesperada, y en el ojo del huracán están los árbitros. De Burgos Bengoechea, González Fuertes y sus compañeros se han visto envueltos en una polémica que nadie quería presenciar. ¿Por qué ahora? Justo cuando todos esperábamos disfrutar de un gran partido, ellos decidieron salir a reivindicar el respeto que merecen, pero quizás no era el mejor momento para hacerlo.
Una situación complicada
Afrontar las críticas es parte del trabajo, y más aún en este mundo tan pasional como es el fútbol. Sin embargo, ver a González Fuertes hablando sobre amenazas o a De Burgos con lágrimas en los ojos resulta desolador. Nos preguntamos si realmente es necesario llegar a estos extremos para que se escuche su voz. En lugar de centrarse en lo que debería ser un evento emocionante, estamos aquí discutiendo sobre la actuación arbitral.
No podemos evitar sentir que esto tira a la basura la esencia misma de lo que significa vivir una final de Copa. Es tiempo de reflexionar sobre cómo el foco se ha desviado hacia los colegiados, cuando deberíamos estar hablando del espectáculo en el terreno de juego.