En una radiante mañana de Sábado Santo, el Sevilla se ha puesto las pilas para preparar el importante choque de mañana contra el Deportivo Alavés. Joaquín Caparrós, ese viejo zorro del banquillo, ha decidido que la mejor manera de cerrar la semana es entrenar en su querido Ramón Sánchez-Pizjuán. Y vaya si lo han hecho: intensidad, buen rollo y un montón de risas han marcado esta última sesión.
Un ambiente familiar y esperanzador
Los primeros en saltar al césped fueron los canteranos Leandro Antonetti, Álvaro García Pascual y Ramón Martínez. Caparrós no perdió tiempo y se acercó a ellos para compartir unas palabras. También estuvo Diego Hormigo, un habitual en estos entrenamientos. Se notaba que el míster estaba en su salsa; no paró de animar a todos, desde los jóvenes hasta los más veteranos como Suso, quien volvió a demostrar que está más enchufado que nunca.
La gran sorpresa del día llegó con Rubén Vargas, quien apareció por primera vez desde su lesión. Aunque aún le queda camino para volver al juego antes de que finalice la temporada, ver su esfuerzo es un soplo de aire fresco para todos. Sin embargo, la situación no es tan optimista para Akor Adams y Tanguy Nianzou; ellos siguen fuera de combate.
A lo largo del entrenamiento, veinticuatro jugadores estuvieron trabajando codo con codo. Entre ellos estaban tres porteros: Orjan Nyland, Álvaro Fernández y Rafa Romero. Albert Sambi Lokonga ya está listo tras descansar unos días por temas físicos y debería estar disponible para enfrentarse al Alavés. Pero ojo, porque Kike Salas y Álvaro García Pascual se perderán este partido: uno por acumulación de tarjetas y el otro por una roja en el último encuentro del Sevilla Atlético.
Con diecinueve guerreros listos para la batalla de mañana, Caparrós sabe que cada entrenamiento cuenta y tiene claro que hay mucho en juego. Los aficionados esperan ansiosos volver a ver a su equipo desplegar ese juego vibrante que tanto les gusta.