Cuando Jagoba Arrasate decidió poner fin a su etapa en Osasuna, se enfrentó a una encrucijada crucial. Tenía dos opciones sobre la mesa: el Real Mallorca, un club que le ofrecía estabilidad con un contrato de tres años, o el Sevilla, un equipo histórico pero con problemas internos que parecían interminables. Al final, parece que su decisión ha sido la correcta.
Un futuro prometedor en la isla
Desde su llegada a la isla balear, Arrasate no solo ha encontrado un ambiente acogedor, sino también un proyecto en clara evolución. En sus propias palabras, describió al Mallorca como una entidad con “una línea ascendente”. Y es que no se trata solo de lo deportivo; la tranquilidad institucional es palpable gracias a la dirección seria de Andy Kohlberg y la confianza inquebrantable de Pablo Ortells, quien sabe valorar a sus entrenadores sin dejarse llevar por impulsos.
Aunque todo parece ir viento en popa, Arrasate tiene claro que siempre hay espacio para mejorar. De cara al próximo verano, ya ha dejado claro que necesita refuerzos específicos: quiere calidad antes que cantidad y está decidido a elevar el nivel del equipo. A pesar de una temporada donde se han visto más ingresos que gastos, los aficionados esperan con ansias ver cómo se fortalece el plantel.
El verano pasado fue un tanto decepcionante en términos de ambición; se frenaron las inversiones necesarias. Sin embargo, ahora el buen rendimiento del equipo podría ser suficiente para tapar esas carencias… hasta cierto punto. Con la salvación ya asegurada, queda por ver si pueden soñar con Europa o si esa ilusión tendrá que esperar un poco más.
Con Arrasate al mando –un tipo apasionado por su trabajo y claramente adaptado a Son Moix– el Mallorca tiene ante sí una oportunidad dorada para seguir creciendo y consolidarse en Primera División.