La historia de Pablo Sáenz es la de un jugador que no se rinde. A pesar de que su camino hacia el éxito no ha sido fácil, este joven navarro ha sabido hacerse un hueco en el Albacete, donde sus virtudes como futbolista han salido a relucir con fuerza. Después de una etapa prometedora en el CD Calahorra, la apuesta del Granada por él para su filial parecía ser una jugada maestra. Con tres goles y cuatro asistencias a su nombre, demostró ser un extremo letal, capaz de cambiar el rumbo del partido en los momentos clave.
Un giro inesperado
A medida que avanzaba la temporada, las cosas comenzaron a complicarse para Sáenz. Aunque logró convencer al entrenador Abascal y debutó con los rojiblancos en Primera, sus primeros meses fueron un verdadero desafío. La falta de continuidad hizo que su rendimiento flaquease; los destellos de calidad se desdibujaron entre actuaciones poco memorables. Pero Pablo no es alguien que se asuste fácilmente.
Decidido a recuperar su confianza y protagonismo, tomó una decisión valiente: dejar el Granada y aceptar la cesión al Albacete. En ese momento crítico, cuando el equipo coqueteaba con los puestos peligrosos de la tabla, su llegada marcó un antes y un después. Desde entonces, ha demostrado ser fundamental para los manchegos, sumando goles y asistencias mientras se afianzaba como titular indiscutible.
En sus últimas actuaciones, Pablo ha brillado con luz propia. Ha perforado la portería rival en dos ocasiones consecutivas, dejando claro que está en plena forma y acostumbrándose a marcar auténticas bellezas. Sin embargo, este domingo tendrá que observar desde fuera cómo sus compañeros enfrentan al Granada debido a esa infame ‘cláusula del miedo’ incluida en su contrato de cesión.
Aunque será una pausa forzada para él, estamos seguros de que regresará aún más motivado para seguir dejándonos boquiabiertos con su juego explosivo. ¡El futuro es brillante para este mirlo rojiblanco!