El Valencia se encuentra en un momento complicado, y todos miramos hacia el guardameta Giorgi Mamardashvili, quien parece haber perdido ese brillo que lo caracterizaba. En la última jornada, durante el partido contra el Sevilla en el Pizjuán, su expresión lo decía todo: cabizbajo y preocupado. ¿Qué ha pasado con nuestro héroe? La realidad es dura: llevamos 150 días en descenso y los problemas son evidentes.
Un equipo que necesita despertar
Desde la llegada del nuevo entrenador, Carlos Corberán, hemos visto destellos de mejora, pero también muchas sombras. La defensa sigue siendo un auténtico coladero; somos el tercer equipo más goleado de la Primera División con 41 tantos encajados. A menudo nos preguntamos si la culpa recae solo en los defensas o si debemos mirar más allá. Y ahí es donde entra Mamardashvili.
Este año no está siendo el suyo. Aunque ha disputado 21 partidos —en los que se perdió seis por lesión— sus números son alarmantes. Su porcentaje de paradas ha caído al 58,3%, algo inaudito para él. Nos acordamos de aquella temporada pasada donde su actuación fue casi heroica: 108 paradas y un impresionante porcentaje del 72,5%. Hoy esos recuerdos contrastan brutalmente con lo que vemos ahora.
La situación se complica aún más sabiendo que ya tiene un acuerdo para irse al Liverpool a partir de julio de 2025. Todos esperábamos una despedida digna, pero este bajo rendimiento deja mucho que desear. Sus estadísticas actuales son simplemente decepcionantes y nos preguntamos si puede recuperar esa magia antes de partir.
Y así seguimos adelante, esperando volver a ver al mejor Mamardashvili, mientras el tiempo corre y las esperanzas parecen desvanecerse como una burbuja ante nuestra mirada preocupada.