Desde que Gaizka Garitano tomó las riendas del Cádiz CF, el aire en la ciudad ha cambiado. El equipo amarillo ha conseguido diezanueve puntos en tan solo cuatro empates y cinco victorias. La última, en El Sardinero, fue un verdadero espectáculo ante el Racing de Santander, que no pudo contener a un Cádiz desatado y lleno de confianza. Javier Ontiveros se ha convertido en el alma del ataque, guiando a sus compañeros con una energía renovada.
Un plan que funciona
Las palabras de Garitano resuenan con fuerza: «No me importa si un jugador lo hace mejor o peor; lo esencial es cómo encajamos nuestras piezas en cada partido». Esa filosofía le permitió elegir a Chris Ramos por Carlos Fernández y a Fali por Kovacevic frente al Cartagena. Y vaya si dio resultados. Ramos se lució con dos goles en los últimos encuentros, convirtiéndose en una pesadilla para la defensa rival.
A pesar de este impulso, Garitano sigue con los pies en la tierra. Asegura que no hay tiempo para mirar hacia arriba en la clasificación: «Cada partido cuenta; tenemos que competir y seguir sumando puntos», decía tras el último triunfo. Es innegable que su llegada ha transformado al equipo: desde una defensa sólida hasta un ataque imparable liderado por Ontiveros, quien ya suma diez goles esta temporada.
La confianza crece entre los jugadores, incluso sin refuerzos ofensivos durante el mercado invernal. Las salidas de Kouamé y Alarcón han fortalecido al grupo; se siente una unidad que rebosa potencial.
Garitano sabe cómo sacar lo mejor de su plantilla y ha encontrado la tecla adecuada.
El mensaje es claro: aquí nadie regala nada. Con presión alta y una defensa bien organizada, el Cádiz está demostrando ser capaz de derrotar a cualquier rival. «Exijo siempre más; si dejamos de correr o perdemos humildad, no ganaremos», afirma Garitano con determinación.
Parece claro que este nuevo Cádiz ha vuelto para quedarse y está dispuesto a dar guerra hasta el final.