Era un día cualquiera, pero para Lucas Victoriano se convirtió en el cierre de una etapa llena de expectativas. Tras llegar al Palmer Basket como la solución a la salida de Marco Justo, su aventura ha terminado abruptamente tras una derrota humillante contra el Obradoiro por 70 puntos. El club, que se encuentra en la parte más baja de la Primera FEB, ha decidido prescindir de él, aunque es evidente que el verdadero problema no está en el banquillo.
De campeones a sombras
El año pasado fue un cuento de hadas: el equipo brilló en la Segunda FEB, logrando el título con solo cuatro derrotas y llenos de victorias. Había unidad y determinación, un espíritu combativo que ahora parece desvanecerse. Este año, sin embargo, todo ha cambiado; lo que antes era un equipo unido, hoy se siente como una colección de individuos perdidos y sin alma.
La dimisión de Marco Justo fue solo el comienzo del caos. En apenas tres meses desde que comenzó la competición, han sido seis los jugadores que han entrado y salido del club y dos entrenadores diferentes han intentado revertir esta situación crítica. Y lo peor podría estar aún por venir.
Con tantos cambios sobre la mesa, las posibilidades son limitadas; según las normativas del club solo se puede incorporar a un jugador más hasta final de temporada. La pregunta es: ¿quién querría embarcarse en este barco hundido? Sin duda hay problemas financieros en juego que podrían dejar al equipo aún más sumido en números rojos antes de siquiera entrar al 2025. El próximo derbi contra el Fibwi Mallorca será crucial; quizás ahí se vislumbre una pequeña luz al final del túnel o simplemente continuemos viendo cómo este sueño se convierte en pesadilla.

