Este sábado, en el Palau d’Esports de Son Moix, vivimos un emocionante duelo donde el Azulmarino se llevó su undécima victoria consecutiva, demostrando que saben lidiar con la presión. Pero no nos engañemos: esta vez no fue fácil. El Zamora, aunque parecía estar destinado a tirar la toalla, luchó hasta el último segundo y dejó claro que no iba a ser un paseo.
Un partido lleno de altibajos
Desde el pitido inicial, los de Alberto Antuña comenzaron fuerte, mostrando un juego rápido que descolocó al rival. Sin embargo, en el segundo cuarto, se les apagó la chispa; esos 9 puntos de ventaja se esfumaron como si nada y se fueron al descanso con un apretado 31-30. ¡Vaya tensión!
Pero tras la pausa, el equipo volvió más centrado y decidido. Con una estrategia más intensa y mejores tiros libres, lograron abrir una pequeña brecha en el marcador. Y ya en el último cuarto, cuando todo parecía llegar a su clímax, un triple de Adut Bulgak y una defensa implacable dieron ese empujón final que necesitaban para conseguir la victoria.
Al terminar el encuentro, Antuña respiró aliviado y comentó: «sabíamos que iba a ser un rival duro. En los momentos clave hemos estado bien». Y así es como se forjan las victorias: con esfuerzo y determinación.

