La historia de Alba Torrens, esa jugadora que nos ha hecho soñar con cada canasta, tiene un capítulo muy especial. Y es que su paso por Inca no fue solo un trámite más; fue un regreso al lugar donde todo comenzó. En el Palau d’Esports, la pequeña Alba, con apenas ocho años, se dejó llevar por el impulso de Joan Mateu, su profesor de educación física. Él le ofreció la oportunidad de unirse al equipo mixto del viejo Bàsquet Inca.
Antes de eso, la niña había estado correteando detrás de un balón de fútbol, siguiendo la tradición familiar. Su padre había sido jugador del Binissalem y parecía que ese iba a ser su destino. Pero el baloncesto apareció como una señal en su vida. ¡Y qué forma de comenzar! La emoción era tanta que, en su primer intento, se confundió de canasta y anotó en la propia. Una anécdota divertida para recordar cómo todo empieza.
La emoción vuelve a florecer
Recientemente, durante los partidos preparatorios del Eurobasket contra Grecia e Italia, Alba volvió a sentir ese calor familiar en las gradas del Palau d’Esports. Allí estaban sus seres queridos apoyándola, a pocos kilómetros de su hogar. En un video emotivo compartido por la Federación Española de Baloncesto, ella misma reflexionaba sobre esos días iniciales y cómo dio pasos firmes para convertirse en una figura emblemática no solo en Baleares sino también en las selecciones nacionales.
Desde aquellos primeros lanzamientos hasta alcanzar cimas con el equipo absoluto y a nivel clubes, el viaje ha sido impresionante. Y aunque hoy es una estrella consolidada, nunca olvida sus raíces ni los momentos que forjaron su camino.