Imagina una tarde calurosa del 8 de mayo de 1932, donde la historia del deporte mallorquín dio un giro inesperado. En el campo de Can Maiol, un lugar que aún hoy resuena con ecos deportivos, se disputó el primer partido documentado de baloncesto en nuestra isla. Aquel día no fue solo un encuentro más; fue el inicio de algo grande para la comunidad. Con el majestuoso fondo de la Serra de Alfàbia y el Puig Major, los jugadores sollerics se lanzaron a la pista por primera vez.
Un hito que marcó el inicio
A las tres y media, dos equipos locales dieron vida al juego. El equipo blanco, con figuras como Colom y Mayol, se enfrentó al equipo azul, defendido por los emblemáticos Pedro y Joan Reynés. Con un trofeo donado por el ayuntamiento como motivación, los jugadores mostraron su pasión en cada jugada. El marcador finalizó en un claro 25-11 a favor del equipo blanco, pero lo verdaderamente importante era lo que comenzaba a gestarse en aquella cancha.
No es casualidad que hoy recordemos aquel momento; una placa instalada para celebrar su 90 aniversario nos recuerda la importancia histórica de este evento. Los hermanos Reynés, quienes trajeron consigo la esencia del baloncesto desde Francia, fueron pioneros junto a otros entusiastas que impulsaron este deporte en Sóller.
Aquí nació la chispa que encendería pasiones futuras, desembocando eventualmente en la creación del Joventut Mariana en 1942. Todo comenzó allí mismo, entre las gradas y las risas de aquellos jóvenes deportistas soñadores que no sabían que estaban escribiendo una página dorada en nuestro libro deportivo.