El pasado 30 de noviembre, Honduras celebró unas elecciones presidenciales que dejaron un sabor agridulce. Ayer, el Centro Nacional Electoral (CNE) anunció oficialmente a Nasry Asfura, del Partido Nacional, como el nuevo presidente del país. Pero claro, esta proclamación no vino sin su carga de controversia. En un clima enrarecido por denuncias de fraude y tensiones políticas, muchos se preguntan qué futuro le espera a la nación.
El CNE aseguró que Asfura obtuvo 1.479.748 votos válidos, lo que representa un 40,27% del total. Sin embargo, ¿es eso suficiente para callar las voces críticas? Con un 97,86% del escrutinio completado y apenas una diferencia del 0,74% con su competidor más cercano, Salvador Nasralla, muchos no están convencidos de que este resultado refleje realmente la voluntad popular.
Una declaración polémica
Ana Paola Hall, presidenta del CNE, defendió la legitimidad del proceso: «Es el pueblo quien decide». Pero la ausencia de firma de Marlon Ochoa – consejero por parte de LIBRE – añade leña al fuego; él acusa a Hall y a su equipo de haber actuado bajo presión externa y haber dado la victoria sin concluir el conteo total. Y es que ya sabemos cómo se mueven los hilos en política.
No obstante las advertencias sobre irregularidades y posibles manipulaciones en las actas electorales – hasta se habla de algoritmos amañados –, Asfura agradeció en redes sociales el apoyo recibido y asegura estar listo para gobernar. Mientras tanto, Nasralla no se queda callado: califica esta declaración como «ilegal» e insiste en que hay demasiadas sombras sobre cómo se han manejado estos resultados.
En este contexto tenso también entra la Organización de Estados Americanos (OEA), que ha lanzado un aviso sobre las dificultades enfrentadas durante el proceso electoral y se ofrece para ayudar a asegurar una transición pacífica. Sin embargo, su declaración también resalta un ambiente marcado por una polarización extrema y desconfianza entre los ciudadanos hondureños.
Parece claro que lo ocurrido deja más preguntas que respuestas. La inquietud sobre si este nuevo gobierno realmente será capaz de representar los intereses del pueblo sigue flotando en el aire como una sombra amenazante. La historia continúa desarrollándose y solo el tiempo dirá si Asfura podrá navegar estas turbulentas aguas o si Honduras tendrá que enfrentar nuevas tormentas políticas.

