Palma ha vuelto a dar un paso adelante con la renovación del emblemático hostal Términus, un lugar que lleva consigo la historia de la ciudad. Este edificio, restaurado con esmero, no solo revive el legado de su creador, Eusebi Estada, sino que también se convierte en un nuevo punto de encuentro para los ciudadanos. La rehabilitación ha traído consigo una cafetería encantadora y una sala polivalente donde se podrán llevar a cabo actividades diversas en pleno corazón palmesano.
Un refugio histórico resurgido del olvido
Pero hay algo aún más fascinante. Bajo el suelo del hostal se encuentra un refugio antiaéreo, construido para proteger a la población durante los bombardeos de la Guerra Civil. Imagina descubrir un tesoro oculto a tan solo diez metros bajo tierra, justo en el bullicioso centro de la ciudad. El arquitecto Martí Lucena nos cuenta que han trabajado arduamente para preservar la esencia original del edificio mientras lo modernizaban.
Las antiguas estructuras de planta baja y primera planta han sido mantenidas intactas, destacando sus majestuosos torreones y una escalera central que invita a ser recorrida. Además, las antiguas golfes han ganado vida; ahora cuentan con dos espacios funcionales destinados a oficinas que albergarán los despachos de SFM, como nos explica Pau Cavaller, técnico de infraestructuras.
No podemos olvidar los guiños al pasado ferroviario del lugar; desde una gran mesa original de reuniones hasta antiguos mapas que decoran las paredes, todo recuerda su rica historia. Y si hablamos de mobiliario, ¡qué decir! Las butacas y armarios del siglo XX le aportan ese toque especial que tanto necesita este espacio renovado.
El trabajo no ha sido sencillo. La arqueóloga Maria Antonia Fernández describe cómo recuperaron el refugio antiaéreo, tapado y deteriorado por el tiempo. Con paciencia e ingenio lograron instalar una centralita telefónica original proveniente de la estación del tren para conectar estos túneles secretos con la historia viva de Palma.
Aún queda mucho por hacer; hay planes para abrir este refugio al público si las condiciones lo permiten, pero ya podemos sentir cómo el Términus empieza a recuperar su esplendor perdido. Además, Martina Ramisa ha hecho magia con la fachada, que estaba oculta tras capas y capas de grafitis. Ahora brilla como nunca gracias a su meticuloso trabajo.
Así es como el Términus vuelve a competir en belleza con otro ícono local: la estación del tren de Sóller diseñada por Pere Garau. Ambos edificios ahora se miran cara a cara nuevamente, recordándonos lo importante que es cuidar nuestra herencia cultural mientras avanzamos hacia el futuro.

