En un rincón de Son Moix, el Palmer Basket vivió una tarde para olvidar. La historia que se tejió en la cancha el pasado 21 de diciembre fue nada menos que escalofriante. Con un marcador final de 45-115, los chicos de Lucas Victoriano no solo sufrieron una derrota; fueron arrasados por un Monbus Obradoiro que jugó como si estuviera en otra liga. Este encuentro marca una nueva era de desdicha, convirtiéndose en la derrota más abultada jamás vista en la categoría.
Un comienzo desastroso y sin respuestas
Desde el primer momento, quedó claro que el equipo local no estaba preparado para el desafío. Un sorprendente 0-9 en los primeros dos minutos dejó a todos atónitos. El Palmer, incapaz de encontrar su ritmo, apenas logró anotar gracias a Hansel Atencia desde la línea de tiros libres. Mientras tanto, el Obradoiro continuaba expandiendo su ventaja hasta alcanzar unos inquietantes 20 puntos al final del primer cuarto.
Aunque hubo destellos de vida al comienzo del segundo cuarto, pronto se hizo evidente que cualquier intento de remontar sería fútil. Con cada tiro triple del equipo visitante, las esperanzas locales se desvanecían aún más. Al descanso, la situación era crítica: 29-61, y con el ánimo por los suelos.
Al volver del vestuario, parecía que el panorama no podía empeorar… pero lo hizo. A medida que pasaban los minutos, la diferencia superó los 40 puntos, dejando a los jugadores del Palmer buscando respuestas donde ya no había nada. Ni las entradas de Joan Feliu ni Danny Agbelese lograron detener esta avalancha.
Aquellos últimos diez minutos fueron meramente formales; intentos desesperados por maquillar un resultado sonrojante mientras el Obradoiro continuaba acumulando puntos sin piedad. Cuando cruzaron la barrera de los 100 puntos con un Palmer completamente ausente y desconocido en todos los aspectos del juego, quedó claro: esta jornada será recordada como un verdadero fiasco.

