El pasado viernes, una tragedia salió a la luz en Manacor. La Policía Nacional arrestó a un hombre y a una mujer, acusados de someter a la hija de ella a una serie de malos tratos continuos. Todo comenzó cuando la joven decidió dar un paso al frente y buscar ayuda.
Con el corazón en un puño, la chica se presentó en su colegio antes de dirigirse a la comisaría. Allí, con voz temblorosa pero decidida, relató los horrores que había vivido bajo el mismo techo que su madre y su padrastro. No se guardó nada; mostró los hematomas que adornaban su piel como testigos mudos del sufrimiento que había soportado durante tanto tiempo.
La valentía de una joven en busca de justicia
La víctima compartió con los agentes de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) cómo las agresiones eran constantes y cada vez más contundentes. Fue solo gracias al apoyo de su círculo cercano que encontró el valor para denunciar lo que estaba sufriendo; esas palabras resonaron con fuerza en quienes escucharon su historia.
Poco después, sorprendidos por el giro de los acontecimientos, la madre y el padrastro se presentaron también en comisaría, preocupados porque su hija no había regresado desde clase. Pero lejos de encontrar comprensión, fueron detenidos como presuntos autores del delito por el que tantas noches habían desvelado a esa joven llena de miedos.
El juez actuó rápido: dictó una orden de alejamiento para proteger a la menor. Mientras tanto, ella ha encontrado refugio en un centro especializado donde podrá comenzar a sanar. En este momento tan difícil, es importante recordar que hay esperanza y apoyo para aquellos que luchan contra estas situaciones desgarradoras.

