En una tarde gris en Mestalla, el Real Mallorca logró sobrevivir al empuje del Valencia, cerrando así un 2025 que ha dejado mucho que desear. El partido terminó con un 1-1, un resultado que, aunque no satisface del todo, permite a los bermellones mantener la cabeza fuera del agua. Samu Costa abrió la lata para los de Jagoba Arrasate, pero Hugo Duro igualó las cosas tras el descanso.
Una historia de lucha y estrategia
Aquella mañana, la ausencia de Sergi Darder en el once inicial sorprendió a más de uno. Con la esperanza de dar un golpe sobre la mesa en LaLiga, el Mallorca se plantó en el césped dispuesto a pelear. Con su formación 4-4-2 en ataque y un 4-5-1 defensivo, Arrasate buscaba solidez sin renunciar al juego ofensivo.
Los primeros compases del encuentro hicieron pensar que el plan funcionaba. El Valencia estaba lejos de ser el gigante temido; sus problemas eran evidentes y eso lo aprovechó bien el Mallorca. La primera oportunidad llegó tras una serie de pases bien hilvanados, donde Muriqi comenzó a mostrar su garra.
La alegría llegó cuando Samu Costa empalmó un centro tras una falta provocada por Muriqi. ¡Gol! La afición mallorquinista estalló de júbilo mientras Mestalla se quedaba atónita por unos minutos. Sin embargo, esa felicidad no duraría mucho.
Poco después del descanso, como si le hubieran dado un toque de atención al Valencia, el equipo local empezó a presionar con fuerza. Fue entonces cuando llegó el empate: Hugo Duro aprovechó unas facilidades defensivas para mandar el balón al fondo de la red entre Maffeo y él mismo.
A partir de ese momento, el partido fue un tira y afloja constante. Los bermellones estaban acorralados; su banda izquierda parecía una autopista abierta donde Mojica no lograba frenar los ataques rivales. Cada pase del Valencia era una amenaza real.
A pesar de los cambios realizados por Arrasate para intentar contener la avalancha local, las cosas no mejoraron significativamente. Con cada intervención heroica de Leo Román bajo palos se mantenía viva la esperanza mallorquinista.
Finalmente, ambos equipos parecieron conformarse con ese punto que sabe a victoria para unos y a derrota para otros. Con nervios hasta el último segundo y sin más goles en el horizonte, los bermellones despiden este año cargados de incertidumbre pero con ganas renovadas para enfrentar lo que venga en 2026.

